miércoles, 18 de abril de 2012

Pisando lo nevao.

Después de unos días al fín me decido a escribir sobre la aventura que tuvimos el lunes día 9 de abril por los alrededores del Meicín.

Tras madrugar más de lo que estamos acostumbrados y con el objetivo de ascender a La Ubiña pequeña nos dirigimos hacia Campomanes para llegar al alto la Cubilla y desde ahí ascender. Con lo que no contabamos era con la gran nevada que nos esperaba, una vez que llegamos con el coche hasta donde la nieve nos permitió vimos que iba a ser muy complicado la subida a la pequeña Ubiña por lo que optamos por ir hasta Tuiza de Arriba y buscar otras opciones para pasar el día.

Viendo que nuestro objetivo no iba ser posible.


Aparcamos el coche en Tuiza de Arriba y preguntamos a un grupo de montañeros, mucho más equipados que nosotros, por alguna ruta viable que pudieramos realizar sin llevar ningún tipo de equipo preparado para la nieve. Nos recomendaron ir hasta el refugio del Meicín y sin más miramientos hacia allí nos dirijimos.

Con La Ubiña a nuestras espaldas.



En el camino hacia el refugio ya nos ibamos a encontrar a la que a la postre sería nuestra gran compañera de viaje LA NIEVE. Nos llevó poco tiempo llegar hasta allí y aún nos quedaba mucho día por delante por lo que preguntamos a una pareja, la cual se encontraba tomando una tapina de jamón, por la dificultad de subir a Peña Ubiña. Nos recomendaron subir a Peña Cerreos y nosotros que somos unos mandaos pa allí fuimos.



A medida que comenzabamos a ascender, siguiendo las pisadas de montañeros más madrugadores, ibamos encontrando más dificultades. La nieve nos cubría en algunas ocasiones hasta la cintura y como bien decía antes no ibamos para nada equipados. Pero eso no iba a ser un problema ya que nuestra decisión e ilusión nos hacia ascender con gran decisión y confianza.




Tras superar un gran desnivel dejábamos atrás el refugio y llegábamos al Alto Terreros donde facia un cutu que escarabayaba el pelleyu , nos llevó más tiempo del que esperábamos ya que caminar por la nieve cuesta siempre un poco más y nosotros en esto de la nieve somos unos principiantes.



Ya divisábamos el pico que queríamos coronar, no así la pista que a él llevaba ya que la nieve lo cubría todo, solo veíamos un manto de nieve y hielo por el que había que ascender. Nos preparamos lo mejor que pudimos y afrontamos la subida hacia el Cerreos. Diego tomó la iniciativa y fue abriendo camino con el riesgo de meter el pie en algún furaco que podría cubrir la nieve.



Con un buen ritmo nos acercábamos a lo más alto de la montaña también con un poco de miedo al pensar en la locura que estábamos haciendo ya que estábamos superando un gran desnivel sin saber si el camino era el más idoneo para subir.




Al fín pudimos coronar y ver el buzón del Pico, las vistas eran espectaculares. Decidimos pasar a la otra cara y comer ahí ya que estaba más resguardada y no tiraba la fria brisa. Hicimos las fotos de rigor y dejamos, esta vez sí, el mensaje en el buzón. Una última mirada desde las alturas a las dos Ubiñas y a todos aquellos picos que se podían contemplar con lo que comenzamos el descenso.




Aquí empieza la cara B de nuestra aventrua. Tras sufrír un poco en la subida ibamos a pasarlo muy bien en la bajada. Los primeros metros con bastante cuidado ya que eran los más peligrosos pero poco a poco comenzamos a bajar a mayor ritmo, con nuestras pequeñas carreras y alguna que otra caída pudimos comprobar que se podía disfrutar en la nieve. Casi llegando al Alto de Terreros empezamos a deslizarnos con los chubasqueros, bolsas... o todo aquel material que resbalase lo suficiente para tirarnos de culo por la nieve. Fue el mejor momento de la ruta y pareciamos críos disfrutando de un buen día de nieve.



Ya cansados de tirarnos bajamos al refugio para emprender la vuelta a casa, pudimos ver como la nieve se iba deritiendo ya que por donde antes habíamos pasado ya no quedaban restos de esta.



Una buena aventura, muy diferente al resto de rutas realizadas con anterioridad por estos intrépidos montañeros, próximo objetivo las dos Ubiñas pero esta vez sin nieve...






lunes, 9 de abril de 2012

Pico Cullargayos.





Jueves 29 de marzo y aún no teníamos decidido el pico que queríamos coronar al día siguiente...

Después de barajar unas cuantas opciones nos decantamos por subir al Pico Cullargayos desde el pueblo Soto de Agues (P.N. Redes). Nuestra idea era salir antes de las 12.00 y sobre esa hora salimos del aparcamiento del pueblo de Soto de Agues en dirección al pueblo de Ladines, emprendimos la marcha los cuatro montañeros (Barril, Xixas, Diego y Blicu) no sin antes hacernos con unos buenos palos para ayudarnos en la marcha y que a la postre alguno de ellos tendría un gran protagonismo en nuestra pequeña aventura.

Itinerario que no ibamos a cumplir.


Una vez dejado atrás el primer pueblo ibamos fijándonos en las señalizaciones que ibamos encontrando por el camino, poco tiempo tuvo que pasar para que nos perdiéramos por primera vez, así que vuelta atrás y retomar de nuevo el camino correcto. Nos adentrabamos en el bosque dejando a nuestra izquierda el río al cual ibamos a tener que bajar para cruzarlo. Con alguna dificultad en el descenso pasamos al otro lado del río para llegar al pueblo de Ladines.

Bajando al río para cruzarlo.

Nos ibamos acercando al precioso pueblo de Ladines, con algo ya de retraso para afrontar la subida al Pico, cuando de repente unos sonidos nos alertaron y en escasas décimas de segundos dos venados salían apresurados del bosque pasando por delante  nuestra y saltando a un prao cercado para ir alejandose poco a poco de nuestra atenta mirada. Cuando quisimos fotografiarlos ya era demasiado tarde.



Al fin llegamos al pueblo de Ladines y ya rondaba la una de al mediodía cuando entramos al bar para preguntarle a la chigrera el camino para tomar la subida. Muy sorprendida e incredula al escuchar que queríamos subir al pico a esas horas nos indicó el camino y nos señalo ya  que se puede ver desde el pueblo.

Xixas en el lavaderu de Ladines.


Dejábamos ya atrás el pueblo y sin perder tiempo comenzamos a ascender por la pista para llegar al collau de Faisaldes donde realizábamos un pequeño descanso para contemplar las maravillosas vistas que nos rodeaban. Después de el parón debíamos de seguir y con buen paso, puesto que si queríamos llegar a la cumbre había que darse prisa. (La prisa que se pudo ya que el miembro más veterano de la expedición daba alguna muestra de cansancio).

Vistas desde el collau de Faisaldes

Siguiendo las marcas del camín girábamos a la derecha para ir acercándonos al Cullargayos, todo iba bien y llevábamos una buena marcha pero como ya escribí al principio no ibamos a seguir ese itinerario (en este caso involuntariamente) ya que unas flechas en el tronco de un árbol nos desvío por una dirección equivocada y nos hizo descender hacia el lado derecho de la ladera. Xixas tomó la decisión de volver a subir colina arriba hasta llegar a las peñas de la zona más alta para seguir por ellas para llegar a la collada de Imblenes.

Caballos en la Collada de Imblenes.

Cada vez veíamos más factible la idea de coronar por lo que comenzamos a ascender en busca de hacer cumbre, tras salvar un gran desnivel teníamos ya enfrente el Pico y con mucho cuidado caminábamos entre las peñas divisando un paisaje majestuoso. A las 16 horas ya habíamos conseguido llegar a la cima, una cima algo costosa por varias razones, no fijarnos en las señales, no madrugar y nuestras ganas de inventar y no seguir caminos marcados dejándonos llevar por nuestro espíritu aventurero.
Los cuatro en la cumbre del Pico Cullargayos.

En la cima tiraba bastante viento por lo que decidímos bajar hasta la collada de Imblenes para comer allí en compañía de los caballos a los que alimentaríamos con algo de pan que nos sobraba y así los sobornábamos para poder acariciarlos. La bajada no fue muy cosotosa y a alguno le sobraba el palo por lo que decidió lanzarlo al vacío y así desprenderse de él (luego se arrepentiría).





La ruta no sería circular pero el camino de vuelta no fue el mismo que el de la ida puesto que la vuelta ya ibamos viendo las marcas del camino que teníamos que haber seguido lo cual agradecimos ya que así veríamos dos paisajes diferentes. En el descenso nos paramos en una gran cueva llena de agua que llamó nuestra atención.















Proseguimos con el descenso ya que se nos hacía tarde y teníamos una cuenta pendiente con la chigrera de Ladines ya que le debíamos una parada para tomar algo y volver a sorprenderla por nuestra rapidez ( me refiero a nuestra rapidez caminando y no bebiendo).

Dicen que una cerveza después del ejercicio siempre viene bien.


Abandonamos el pueblo de Ladines para ir a por el coche y vovler a casa, cruzamos de nuevo el río y en poco tiempo nos encontrábamos en Soto de Agues para finalizar nuestra peculiar ruta al Pico Cullargayos.

Ya en Soto de Agues.

Con esto concluye la ruta y un servidor se despide no sin antes poner unas instantáneas que no nos gustaría tener que volver a hacer pero quiero mostrarlas para que todos seamos conscientes el daño que se le puede causar a la naturaleza y a su gran belleza. 


Parte del monte arrasado por el fuego.